Estimada comunidad universitaria, reciban de mi parte un fraternal saludo.

La Constitución Política de 1991 reconoce a las universidades públicas como entes autónomos, capaces de gobernarse y darse sus propios reglamentos. La Ley 30 de 1992 expresó esa voluntad del constituyente a través de sus organismos de poder, como son el Consejo Superior, el Consejo Académico, los Consejos de Facultades y demás órganos colegiados que regulan nuestras actividades. Por ello, en el propósito de conformarlos, es la misma Universidad, a través de sus estamentos, la que elige democráticamente a la mayoría de sus miembros.

Para este segundo semestre del 2024, los profesores, estudiantes, egresados y exrectores son convocados a elegir a sus nuevos representantes y, con ello, se da la oportunidad para que los candidatos compartan sus posturas frente a los electores. Un debate que debe ser fundamentado en ideas, no en insultos, ni en fuerza, en donde se argumenten programas y propuestas, con la debida altura de hombres y mujeres académicos que desean el bien de la Universidad, que buscan ser y hacer parte de su gobierno.

La Ley, interpretando la autonomía que nos confiere la Constitución, permite que la mayoría de integrantes del Consejo Superior, máximo órgano de gobierno, sean de la Universidad, otorgándole cinco de sus nueve miembros, siendo los cuatro restantes: el gobernador, quien lo preside; un designado del presidente de la República; un delegado del Ministerio de Educación; y un representante de los gremios económicos. Considerando este panorama, lo sensato es que los representantes universitarios procuren la unión y hagan causa común para impulsar los proyectos que coadyuven al desarrollo de la Institución.

Es por esta razón que hay que saber elegir. Hay que analizar bien a los aspirantes, revisar que sus programas, discursos y trayectorias sean auténticamente universitarias. No hay que dejarse presionar por nada ni nadie. Debemos alejarnos de las influencias de políticos externos que generen un desarrollo desigual del proceso eleccionario, que debe ser limpio, libre y sin influencias, para que exprese con claridad la voluntad de los electores.

Solo de esta manera saldrá fortalecida la democracia universitaria, florecerán las ideas y el respeto por la diferencia, en medio del pluralismo y la diversidad que nos caracteriza como universidad que alberga seres de razón, que actúan en pro del bien-estar institucional.

Si nos arropamos bajo las banderas uniatlanticenses, lograremos mayores avances por la educación de calidad. Lo nuestro es lo público y a lo público nos debemos. Sepamos elegir a nuestros defensores.

Por una elección limpia, en paz y transparente ¡adelante! Y que ganen los mejores.

Danilo Rafael Hernández Rodríguez
Rector